martes, 8 de septiembre de 2015

¿Quién tiene el control en mi aula?

Se acerca el día en que nuestros alumnos/as van a pisar por primera vez la que será su aula para el resto del curso. Y nosotros los docentes iniciamos el curso con un gran reto: conseguir nuestros objetivos educativos sin morir en el intento.

Bueno, vale, no es tan trágico. Pero a veces, nuestra labor no es tan sencilla como parece. Tenemos que conseguir que nuestros estudiantes cumplan con los objetivos propuestos, garantizar una buena convivencia dentro del grupo, detectar cualquier tipo de problemas y buscar soluciones, estar pendiente de las relaciones sociales que se dan en el grupo y evitar que algún niño/a se sienta sol, atender a cada uno dentro del grupo, asegurarnos de que todo y todos vayan por el camino correcto, conocerlos bien, conocer a las familias y atenderlas, trabajar en equipo con otros docentes, labores administrativas y un montón de cosas que no vamos a seguir nombrando para no aburrir y para que esto no se haga eterno.

Pero si además de todo esto, nos encontramos con que tenemos problemas de conducta en el aula, nuestra labor se puede convertir en una autentica pesadilla. Pero ¿qué podemos hacer? Partiendo de la base de que cada caso es diferente y de que cada niño/a es un mundo, existen algunas estrategias que pueden ayudarnos a controlar mejor este tipo de situaciones, ¿quieres saber cuáles son? Allá van:

  • Establece una serie de normas a cumplir, pero ten en cuenta que no sean demasiadas y que sean realistas. Es muy importante dejar claro las consecuencias de no cumplirlas y llevarlo a cabo, muchas veces nos da pena y lo dejamos pasar, pero esto no funciona, debemos ser firmes en el cumplimiento de las normas sino perderán su sentido.

  •  Es muy importante que todos seamos conscientes del papel que juega cada uno dentro del aula. Es decir, el profesor/a es quien tiene que llevar el control de la clase. A todos nos gusta hacer las clases divertidas y que nuestros alumnos/as rían a la vez que aprenden, pero cuidado porque esto puede hacer creer a los estudiantes que somos sus amigos y no los docentes, llevándonos a perder la autoridad. Podemos ser sus amigos, reírnos y jugar mientras aprendemos, pero siempre desde nuestro rol.


  • Nuestro papel es el del docente, pero también debemos comprender a nuestros estudiantes, escucharlos, ponernos en su lugar, tenerlos en cuenta, hacerles saber que pueden contar con nosotros para resolver sus problemas… es difícil hacer esto sin perder la autoridad, pero para eso estamos, para aprender.

  • Cuando un alumno/a muestra un comportamiento negativo, es importante ponerlo en conocimiento de la familia y del equipo directivo. Buscando acuerdos y compromisos que nos ayuden a mejorar la situación. El apoyo de las familias es fundamental.


  • ¿Qué hacer cuando un alumno/a desafía nuestra autoridad? Lo mejor es no prestarle atención. Lo que busca con esa actitud es llamar la atención de todos y si nosotros les seguimos el juego, van a conseguir su objetivo, por lo que la conducta se repetirá. Lo mejor es no prestarle atención, pero cuidado, sus hechos no pueden quedarse en nada, por lo que una vez fuera del grupo el alumno/a deberá cumplir con las consecuencias de sus actos y se pondrá en conocimiento de la familia y de la dirección del centro.


  • Y por supuesto, tú como docente puedes hacer muchas cosas para ganarte su atención y conseguir la participación de todos, organiza tus clases de modo que no resulten monótonas, haz que sean dinámicas e intenta implicarlos.


Se firme a la hora de aplicar estas estrategias (lo sé, es muy fácil decirlo), hazlo desde el principio de curso y no te des por vencido.

Espero que os haya sido útil y por supuesto, no quiero terminar este post sin desearte un curso maravilloso, lleno de aprendizajes para todos, sueños cumplidos y otros nuevos por alcanzar.

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Que tengas un bonito día.

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